En los últimos cuatro años la plata ha sido una inversión terrible, que ha perdido un 70%. Aún así, y pese a predicar -junto a otros bancos de inversión como Goldman Sachs- que el oro y la plata iban a caer todavía a niveles inferiores de los actuales, ha ido acumulando metal silenciosamente.
El banco sabe muy bien que se acerca otra ronda de crisis financiera a nivel mundial y que la plata probará ser una gran inversión. En 2008 la plata cotizaba a $8.50, llegando a $49 en 2011. Un 476% en tres años. Nada mal.
El problema de fijar la vista en los árboles del corto plazo es que no te deja ver el bosque de lo que está sucediendo.
Las reservas de plata del mundo se están agotando. Porque a parte de ser un metal monetario (como el oro, la plata es dinero), tiene multitud de usos industriales: en generación de energía fotovoltaica; es un superconductor que se usa en ordenadores, móviles, tablets, y todo tipo de aparatos electrónicos; es un metal antibacteriano, teniendo usos en la medicina, depuración de aguas, etc; la plata se usa en espejos, cuberterías, joyas, etc. La plata está en todas partes. Y a los precios actuales no se recicla: se desecha. Por lo que el metal que se usa ya no vuelve al mercado.
Que JP Morgan tenga la posición en plata que tiene habla por sí mismo de lo que cree el banco que va a hacer el precio de la plata, aunque haya estado pregonando lo contrario. Porque para que él compre, otros -muchos- han tenido que vender. Y cuando en un mercado se acaban los vendedores, el precio comienza a subir.
La plata es probable que se convierta en la inversión de la década, tanto por sus usos como por la protección que ofrece frente a la devaluación monetaria global.
Por tanto: ¡compra plata!
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